Columna de opinión de Claudia Paratori, coordinadora Unidad Ozono.
El 16 de septiembre conmemoramos el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, fecha establecida por Naciones Unidas que nos recuerda que la acción colectiva y la cooperación internacional son capaces de revertir problemas ambientales que parecían irreversibles. El Protocolo de Montreal es, sin duda, el acuerdo ambiental más exitoso de la historia, al haber logrado que todos los países del mundo trabajen juntos para proteger la capa de ozono, mediante la eliminación de manera gradual de sustancias que la destruyen. Gracias a este tratado, adoptado en 1987, se ha reducido en más del 99% la producción y consumo de los compuestos más nocivos, permitiendo que la capa de ozono muestre signos de recuperación. Se trata de un objetivo simple en apariencia —dejar de usar ciertas sustancias químicas—, pero de enorme impacto, porque protege la salud de las personas, los ecosistemas y también contribuye a enfrentar el cambio climático.
En Chile, nuestro trabajo en la Unidad Ozono del Ministerio del Medio Ambiente, ha eliminado la mayoría de las sustancias que agotan la capa de ozono y ha contribuido a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero]. De esta forma, proteger la capa de ozono es también combatir el cambio climático.
Este 2025 hemos asumido nuevos desafíos. Estamos iniciando la ejecución del Plan de Implementación de Kigali, que nos permitirá reducir el consumo de los hidrofluorocarbonos (HFC), compuestos que no dañan directamente la capa de ozono, pero son potentes gases de efecto invernadero, con alto potencial de calentamiento global. Con este proyecto nos enfocaremos en el fortalecimiento de las buenas prácticas en refrigeración y climatización, y en aire acondicionado móvil, a nivel de estudiantes y del personal técnico. También, pronto haremos el llamado público para seleccionar los proyectos piloto para la implementación de bombas de frío-calor con CO2 en refrigeración industrial, con enfoque en el sector lechero. Con esto, buscamos impulsar cambios tecnológicos importantes en el sector de la refrigeración y climatización, promoviendo alternativas sostenibles, con menor huella de carbono y energéticamente eficientes.
Asimismo, continuamos trabajando en la tercera fase del Plan de Gestión para Eliminación de los Hidroclorofluorocarbonos (HCFC), con miras a alcanzar la meta de eliminación total del consumo de estas sustancias a partir del 01 enero del año 2030, mediante nuestros tradicionales Cursos sobre Buenas Prácticas en Refrigeración, el proyecto de Cero Fugas, mejorando la eficiencia energética durante la reducción del consumo de HCFC y HFC, y el apoyo a los 4 centros de regeneración de refrigerantes existentes en el país.
Además, Chile ha sido seleccionado como país beneficiario del Proyecto SPODS – Fase 2, financiado por la Unión Europea, que brinda la oportunidad de avanzar hacia tecnologías verdes y de bajo consumo energético, fortaleciendo el cumplimiento de Chile al Protocolo de Montreal y a su Contribución Nacionalmente Determinada, NDC.
Todos estos proyectos reflejan el compromiso de nuestro país en fortalecer las capacidades técnicas, mejorar la gestión del sector de refrigeración y climatización, y cumplir con los acuerdos internacionales ambientales.
Hace pocos días conmemoramos el Día Mundial de la Protección de la Capa de Ozono, y podemos confirmar que los avances alcanzados en Chile y en el mundo, nos muestran que sí es posible generar cambios profundos cuando se trabaja con colaboración internacional y participación de todos los sectores sobre una causa común. Nuestro desafío país es consolidar esta transición hacia tecnologías sostenibles, en el marco de la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal, avanzando en la reducción de los HFC y fortaleciendo la acción contra el cambio climático en Chile.